Rompeviento
Cada noche la rutina era deambular descubriendo las caras noctámbulas de la ciudad. Eramos dos chicos de 16 años inquietos y curiosos. Un martes 6 de Julio, después de la escuela, a eso de las siete y media, llegué a casa y tire la carpeta sobre la cama, solo la carpeta, no tenía mochila, ni cartuchera, ni elementos de ningún tipo excepto una carpeta tamaño oficio de tres ganchos, con pocas hojas y aspecto de libreta de carnicero, según mi vieja, con una inscripción en la tapa que rezaba Welcome to the jungle. Me saqué el buzo azul, la camisa color caqui y el pantalón azul recto, uniforme del colegio de oficios conocido como la Escuela del trabajo, que nada tenía que ver con mis aficiones o perspectivas futuras, no tenía perspectiva alguna en realidad, y me calsé el jean desflecado, una remera negra manga larga y la campera rompeviento. Caminé hasta la cocina, abrí la heladera y saqué la mayonesa, me hunté dos rodajas de pan y me las comí enseguida. Sonó la puerta, me subí el c...