Maternidades deseadas
Que hermoso bebé. Cómo se llama? La mujer se inclina sobre el cochecito.
Victoria, que está terminando la pitada, gira la cabeza y ve a la
viejita mirando a la criatura. Suelta el humo torciendo la boca.
Resi, es una nena.
Resi? Que lindo nombre. Es de origen indio?
No. Es el diminutivo de Resiliencia.
La vieja levanta las cejas y asiente con la cabeza. Ahh, claro.
Victoria vuelve al cigarrillo. La vieja sujeta el piecito diminuto y lo
sacude suave. Cosita linda. Luego sigue su camino, esquivando las
baldosas rotas.
La nena se queja. El sol le da en la cara. Tiene un saquito tejido al
crochet y escarpines también de lana. La cara le brilla de humedad.
Victoria mira a un grupo de chicas, más o menos de su edad, que toman
mate sobre una manta, en el pasto. Una habla moviendo las manos y las otras la
miran expectantes. Luego remata con algo gracioso y todas ríen. Victoria
también ríe.
La bebé lloriquea. Victoria agarra el cochecito y lo mueve hacia
adelante y hacia atrás, sin dejar de mirar al grupo de chicas, y sin dejar de
fumar el cigarrillo de lavanda y manzanilla, envuelto en celulosa transparente.
Cada vez que empuja el coche hacia adelante el sol envuelve completamente a
Resi, que llora suavecito, como un gato chiquito. Bueeeno, bueeeno.
El grupito del mate se dispersa. Victoria se levanta del banquito y
comienza a caminar.
El teléfono vibra en su bolsillo. Hola Cata! Atiende con una
sonrisa y se para derecha, como si Cata pudiera verla. Si todo bien. Cómo
estás vos? Espléndida. Resi bien, creciendo. Que decirte, es un período de puro
amor y conexión. Lo mejor que me pasó en la vida. Vos deberías probar. Jaja.
No, a Cami ya no la veo seguido. Si tiene un nene chiquito. Y viste como fue siempre
ella, media dejada, el nene está todo el día sucio y llorando, no le dedica el
tiempo que un ser tan pequeño precisa, los primeros años de un niño son
importantísimos, claro.
El sol se asoma cada tanto entre los resquicios de los edificios bajos y
las alumbra como un reflector.
Victoria cruza el pasillo con el cochecito por delante y llama al
ascensor. Caben justo y la puerta se cierra rozando una ruedita. Entran al
departamento, y Victoria tira las llaves sobre la mesa.
Mirá como está la nena toda colorada, Victoria. Cómo carajos se te
ocurre sacarla con este sol, sos boluda? Victoria revolea los ojos.
A dónde vas Tomás?
Tengo cosas que hacer. Tomás cierra la puerta y Victoria se queda en
silencio, escuchando la charla de Tomás con la vecina, y luego el ascensor. Bajás
vos también? Lo escucha preguntar.
Hace mucho calor dentro del 2 ambientes, el aire de siente pesado y
húmedo. El sol da de lleno contra la ventana. No hay postigos, solo cortinas
rojas, y todo el departamento parece en llamas. Victoria enciende el ventilador
y lo apunta al sillón de cuerina. Se tira con un almohadón bajo la cabeza y
saca el celular. Entra a Twitter. Lee un rato. Like, like, like y retuit. Luego
escribe: El universo me expone cada día a sus maravillas. Recién vuelvo de
la clínica, hoy escuché el corazón del bebé de mi amiga mientras le hacían la
eco y fue la sensación más hermosa que he podido experimentar... Que lindas las
maternidades deseadas y las infancias plenas. Twittear.
En unos segundos llega el primer like y el aire se vuelve menos denso.
Enciende otro cigarrillo de Lavanda. Aspira hondo, retiene y larga de a poco,
moviendo los labios como le enseñó Tomás, intentando hacer aros de humo, pero
solamente salen pequeños bultos grises.
Cuando la brasa toca el filtro escucha toser a la nena, todavía envuelta
en las lanas, hundida en el cochecito. Deja caer el filtro al suelo, y la
pequeña brasa rueda, empujada por el ventilador, hacia abajo del sillón.
Levanta a la bebé que llora nerviosa. No queda espacio entre los chillidos y
las bocanadas de aire rápidas que aspira la criatura, mientras aprieta fuerte
los pequeños puños colorados. La acuesta sobre la mesa de melamina y la
desnuda. Luego la lleva al baño, la mete en la bañadera vacía y comienza a
mojarla con el duchador. La bebé se calma, despacio deja de llorar, dando
pequeños espasmos. Tiene la piel caliente. Muchas manchitas blancas contrastan
con el rosado que le cubre la espalda. Victoria pasa su mano despacio
desparramando el agua fresca. Levanta la vista y mira un azulejo amarillo que
tiene un ángulo quebrado. Sobre el, la jabonera se aferra mediante una ventosa
transparente, que lentamente se va despegando, hasta que cae al suelo, y el
jabón artesanal de karité se parte en dos. Victoria suelta el duchador que cae
junto a la pierna de Resi, dentro de la bañadera. Levanta los pedazos de jabón
amarillo del suelo, aún sin estrenar, los acerca a su cara y huele el aroma de
la nuez dulce del África. La bebé resbala suave sobre la bañadera, como en un
tobogán, hasta quedar acostada boca arriba. Entrecierra los ojos. Ya no llora ,
pero respira agitada. El agua está fría.
Victoria huele humo y corre a la cocina. Se incendió la alfombra bajo el
sillón. Victoria saca las flores muertas del jarrón que hay sobre la mesada y
tira el agua sobre las pequeñas llamas. Luego recarga el florero en la canilla
y nota que la presión de agua es baja. Espera a que el recipiente esté a la
mitad y vuelve a empapar la alfombra.
Mira el celular, 12 likes. Enciende otro cigarrillo. Cruza el brazo
izquierdo sobre su cintura y sostiene el brazo derecho por el codo. Entre los
dedos la celulosa se consume lento. La cocina está oscura. Corre las cortinas
rojas y ve el horizonte color naranja.
Da una seca, y mientras larga el humo, piensa que hace mucho no ve un
cielo tan hermoso. Debería twittearlo.
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