Fantasmas en Delhi
En Dehli se acumulan los cadáveres. El asesinato es un método efectivo para dirimir cuestiones. Una puñalada asestada al hígado licúa una deuda. Un fuerte golpe en la cabeza calla a un soplón. Un cable bien tenso, alrededor de un pequeño cuello, cumple una fantasía. Y los cadáveres se van amontonando. Son demasiados. La policía no da abasto a recogerlos y muchos duermen junto a los Niños Solos, los que viven en las estaciones de tren y metro, que también son demasiados. Parveen se confunde entre ellos. La última vez que habló con su mamá, ésta estaba sobre una camilla. Parveen le preguntó cuántos años tenía y si podían comer pastel en su próximo cumpleaños, pero no entendió bien lo que le contestó, el ácido le había pegado los labios casi por completo, solo hizo algunos sonidos y acarició despacio la cabeza de Parveen. Su papá había escapado a casa de un primo, el día que a su mamá se la llevaron al hospital con el rostro derretido, y su hermano mayor, Saif, amenazó a Parveen para qu